«Todos los días que quedan son maravillosos, siempre que haya desafíos».
Si en algún momento de tu vida llegás a esa comodidad soñada, donde todo está a tu alcance y no son necesarios los esfuerzos para obtener el pan que te alimenta, debés estar atento. Atento a no ser abordado por el aburrimiento, por la repetición rutinaria de hechos, por ser invadido por la sensación de que todo está realizado en tu vida. Nada más cómodo para la muerte que ir a buscarte, ella sabe que estarás allí, al lado del control remoto sentado en tu sillón…
Por ello, si en algún momento de tu vida llegas a esa fatal comodidad, salte, óbviala, úsala poco, casi nada. Es que a la muerte le va a fastidiar tener que ir a buscarte a un lugar inesperado, un camino, una playa, una terraza, un subterráneo, una montaña…eso, por un lado.
Pero, además, si no te has quedado sin amigos, invítalos, visítalos, encuéntrense, déjate llevar por sus historias, entérate de sus desdichas y de sus felicidades.
Y si ya no los tuvieras, búscate nuevos. Siempre hay alguien esperando una mano, una palabra, un abrazo, alguien en quien confiar…
Y encima, si tienes un amor, o dos, o tres, no dejes de sentirlos, es difícil la vida sin amor. Por más contradicciones que se encuentren en él.
Y si no los tienes, que empiece el desafío de nuevo…
Que la muerte, finalmente, te encuentre jugando a vivir, y no esperando por ella.