La cajita del tiempo
«Todo aquello que hemos querido tiene un cielo en el pecho» elduendebobó
Charlando sobre los afectos con unos mexicanos que conocí en Jalisco, uno de ellos me contó una tribal teoría cuyo origen aún desconozco. Se dice, me explicaba, que aquellas personas que amaste, junto a las cosas que has querido y los recuerdos de momentos emocionantes, nunca se alejan del corazón. Y que flotan girando a su alrededor para ser abrazados por la memoria en los días difíciles que muchas veces se ponen en nuestro camino. Así, con ellos rondando, no se necesitan ángeles protectores ni dioses en los que confiar. Para esta teoría es suficiente con haber cosechado en el pasado algo que sea eternamente íntimo y valioso pero no material, para enfrentar a cualquier soledad y cualquier destino.
Escuché atentamente con asombro a aquel desconocido que hablaba con la simpleza de un maestro de primer grado y la certeza de un juez honesto. Y los ejemplos que daba sobre los elementos que flotaban alrededor de su corazón me resultaron entre románticos y entrañables. Su madre, su hijo, los juegos de su infancia, un juguete, un paisaje, un amor, un aroma, y otros.
Traté de producir mi propia versión imaginando que el pecho es una caja, una bóveda a la que llamo “Cajita del Tiempo”. No tiene una exacta forma cuadrada, cúbica o rectangular, pero es capaz de contener un montón de imágenes, sensaciones, vivencias y recuerdos tan grande, que muchas veces me asusto de haber vivido tanto. Eso sí, cotidianamente oreo ese contenido ya que fundamentalmente son la esencia de mi existencia. Y al oxigenarlos respiran frescos en una eternidad infinita.
Para abrir la “Cajita del Tiempo” no necesito estar triste, ni melancólico ni miedoso por cualquier instancia que deba afrontar o por lo que va a pasarme prontamente. Se abre espontáneamente, con solo sentirme despierto y agradecido. Y en ese momento tan especial de todos los días es cuando todo el pasado o sus mejores partes me construyen como el individuo que soy y que transita el mundo. En esa tan preciada, para mí, Cajita del Tiempo, están las risas de muchas alegrías y los llantos de algunas tristezas. Será por eso que rió tanto y que también puedo llorar sensiblemente.
Creo que cada uno tiene su Cajita del Tiempo. Y les dejo la idea de revisarla cada tanto. Ahora mismo voy a dejar de tentarlos. Porque me siento atraído de contarles algunas de las cosas que guardo en la mía.
Escenas y palabras de quien fuera mi primer cuentacuentos y el vuelo que me produjeron sus visiones, las aventuras que sentí vivir cuando lo escuchaba y las ganas de que llegara un nuevo encuentro.
Olores y aromas de aquellos amores que inundaron mis pensamientos de pasiones y fantasías. Caricias y mimos que aunque no se vuelvan a repetir le dan brillo a mis días.
Besos de varias formas, de diversas intensidades y en distintas partes del cuerpo y de diferentes momentos de mi vida.
Las miradas de mis hijos al nacer y la textura de su piel.
Lecturas de aquel libro que me abrió las puertas de la cabeza de otros tantos creadores literarios y que me enseño que hay soledades que visitar.
Dibujos y pinturas de gente a la que no conocí pero que me hicieron conocer el mundo, las razas, las clases, los pueblos…
El pastel de papas de mamá, las sopas con pan de la abuela, la mortadela, el dulce de leche repostero, el chocolate, el café con crema, los asados…
El olor a pino serruchado en las tardes de lluvia y la llegada a mis narices del aroma a ozono cuando está por llover…
Los amaneceres frente al mar y los atardeceres de campo.
Los consejos de esas sabías personas adultas que me avisaron de atajos y caminos secretos para llegar a ser feliz.
Las reuniones jugando a la lotería, al truco, al ajedrez, a la canasta…
Los partidos de pelota en la vereda, en la calle, en los baldíos, en el parque…
La música de tantos géneros, de canciones tan profundas…
Los amigos, los buenos vecinos, los buenos compañeros, las maestras, los profesores, los colegas…
La bicicleta sin frenos, el carrito a rulemanes, la calesita, el yoyo, las bolitas y la pelota de trapo…
Frases como “Que sueñes con los angelitos”, “A seguro se lo llevaron preso”, “Dios le da pan al que no tiene dientes” y “Lo esencial es invisible a los ojos” entre muchas…
La primera vez, la vez más intensa y la última vez.
El sabor de los alcoholes que inundaron las charlas.
La presunción de una buena noche y el silencio desértico de otras.
Las yapas del almacenero, las propinas de los satisfechos y los abrazos en las derrotas.
Anécdotas de inocencia y de ignorante.
Travesuras de vago o de compinche. Paisajes de viajero.
Sonrisas de aquellos que no están y lágrimas de distintas sales.
No puedo en este ratito abrir mi Cajita de Tiempo por completo porque no se trata de apurarse por nombrar todo lo que guardo.
Tal vez, estés vos y no lo dije. Pero no creas que pude olvidarte.
Seguramente estás, como todas aquellas cosas que me han sorprendido y me han ayudado a vivir.
elduendeoscar
Escrito para ser leído en el programa 21 de “Al ángulo izquierdo, donde duele” el 8 de agosto de 2017 por la ultra1079.com.ar
Imagen: Pinerets.com