Corría el año 1987, yo era padre hacía tres meses. Militaba politicamente y gracias a mis dotes teatrales y cierto parecido al Rey Mago Gaspar, se me invitó a repartir juguetes a los chicos de Barrio Jardín.
Dos amigos de entonces me acompañaron, Jorge Villanueva y Pablo Leonardi, quienes hicieron de lo otros reyes, Melchor y Baltasar.
Los tres llegamos en un Peugeot 404 rojo y ciertamente desvencijado.
Desde que bajamos y hasta subir al palco donde se anunció una entrega muy ordenada (no faltaron juguetes para ninguno), no puedo contarles la sensación que tuve de sentirme ídolo y amado por esa muchedumbre. Los chicos subían al escenario y saludaban al que les daba su regalo.
Todo era de una asombrosa felicidad, ver a los nenes y nenas reír con los ojillos brillosos, me emocionaba tanto, tanto, que se me hacía difícil contener mis lagrimas de alegría.
En un momento, viene hacia mí un nene de unos cinco años, le entrego un camión de plástico de buen tamaño y le doy un beso. Se quedó paradito mirándome, con su premio de reyes.
Volví a agacharme para preguntarle si estaba contento, si estaba bien. Sí, me dijo, pero me gustaría que me abrace.
Ese pedido me demolió , y lo colgué de mis brazos como si hubiera encontrado a otro hijo.
No pude dejar de llorar y lagrimear por un rato, aunque seguí con mi tarea.
No tengo foto de ese abrazo, que creo ha sido uno de los momentos más sensibles de mi vida. Esa personita me regalo algo que no tuve en mi niñez, y que pude haberle pedido a los reyes magos sin dudas, un abrazo.
Les comparto, al menos, una foto del back stage (previa) al evento con mi disfraz (al que le agregué una simpatica corona)
elduendeoscar